Encontraron el depósito-cueva de las esporas.
Defecar no será más nunca defecar.
Producir lo asimilado.
Descargar lo inmundo que alberga nuestra alma en lides de guerra.
Defecar también pudo ser en la memoria generar energía irracional: ira.
Nunca fueron al baño a propósito.
Esperaban el momento señalado.
Fraguar un crimen necesitó de la constipación, el cólico y la mierda,
para generar la violencia que impulsa un crimen.
– ¿Cometió usted el crimen?
– Sí, señor.
– ¿Cuál fue el motivo?
– Geopolítico.
– Eso está bien, lo entiendo, pero la escena del crimen es sangrienta. Requirió de mucha violencia. ¿Cuál fue la razón de su enojo?
– ¿Sinceramente?
– Por favor.
– Tenía más de dos años sin ir al baño.
– ¿Del uno o del dos?
– Del dos.
– Siga.
– El dolor de hacer un pupú añejo fue lo que generó la ira que le transmití al protagonista para que cometiera el crimen.
– No hubo protagonista. Usted ejecutó el delito íntegramente.
– Creí que tenía un alter ego.
– No.
– La ira lo pone a uno ciego, no es mentira.
– ¿Así de dolorosas deben ser las cagadas?
– Y de largas.
– Dos años… es comprensible. Es nuevo conocer que el dolor atesorado genera ira…
¿Quién guardaba las esporas?
Eran laxativos.
Ahora las administran los astronautas.
Pero creo en firme que cuando se produce ése inmenso dolor en el culo, en los intestinos, esa cosa seca que raspa, que lacera, que no baja con facilidad… se suma dolor.
El cólico inimaginable y toda esa mierda en depósito; la conciencia de la mente de la inutilidad de la cagada; todo eso impulsa a la bestia a marcar la condena de un inocente, a cometer el crimen.
Nadie hace pupú. El agresor caga la ira. La esconde para que no se vea el alma que salta y mata, se desfoga en el otro quitándole la vida, prohibiéndole a Dios, la existencia, el perfume.
Entretanto alguien mira lo que sucede, impasible, atónito, puede que asqueado.
Se producen mil malentendidos.
Toda una eternidad para acallarlos.
El testigo, que es presencial, no hace nada. Sólo ve cómo una energía rauda contenida en persona asecha al inocente señalizado.
Va a lo suyo.
Directo al cuello y estrangula.
Es posible, con la tecnología actual, conectar el toilette con el delito penal, terrorista, teológico.